martes, 25 de septiembre de 2007

Primer Acto







Hace años estudiar Teatro era algo sólo para elegidos. Apenas dos escuelas: la de la Universidad de Chile y la Católica.


La década de los 90 trajo consigo la apertura de un sinnúmero de nuevos establecimientos de este género, las mismas que a inicios del siglo 21 parecen crecer, tornando a simple vista cada vez más dramática la real opción de encontrar trabajo para las generaciones de profesionales que se aprestan a graduarse.


Por eso, desde hace un tiempo el gremio se unió a través del Sindicato de Actores de Chile (Sidarte), y ya se tomaron medidas preventivas para superar la sobrepoblación de profesionales.

En la actualidad existen en Santiago 30 escuelas, a las cuales se suman una más en Viña del Mar, dos en Valparaíso y otra en Concepción. Cada una con una capacidad promedio de 20 y 45 alumnos. Y si este panorama parece demasiado, hay que agregar a las personas con estudios indirectos, como son las academias que forman comunicadores audiovisuales, cuyo egreso ofrece posibilidad de desarrollarse como artista televisivo.

Para el director de la escuela de teatro de la Universidad Arcis, Ramón Griffero, el aumento de estos establecimientos es un reflejo que emana de una juventud que busca expresarse en diversas áreas artísticas, que escapa de la frivolidad del ambiente que existe en estos tiempos: "En el caso nuestro, hacemos una verdadera selección de alumnos, dejando en claro que elegimos el talento de 25 personas para cada curso, del que egresan y salen preparados solamente trece", agrega.

Preocupado por el tema también se muestra Fernando González, director de la "Academia de Actuación Club de Teatro", quien asegura no tener pronóstico sobre lo que, a su juicio, es un tema complejo. Sin embargo, se sorprende ante la idea y la responsabilidad de encontrar los talentos convenientes para incluirlos en tales organismos.

"Si el crecimiento de las escuelas va ligado a la aptitud y no al lucro, me parece muy positivo que éstas aparezcan en escena, pero si priorizan el dinero y aceptan alumnos que son flojos o que no tienen talento, en el futuro esas personas no encontrarán espacio para desarrollarse", se refiere Gónzalez profundizando sobre la enorme dificultad de los establecimientos tradicionales para focalizar las verdaderas capacidades y proyectarlas por un determinado camino.

El director del Club Teatro agrega que para que puedan desenvolverse las nuevas generaciones debe existir equilibrio en la tutela económica, es decir, que se cobre por desarrollar el talento de alguien que ya llegó a la escuela con dotes de artista. "Las escuelas no inventan talentos”. Si no se controla la creación de establecimientos mediante el talento de los alumnos estaremos construyendo un ejército de cesantes".

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