lunes, 5 de noviembre de 2007

La Fiesta Inolvidable del Teatro del Lago


En 2010 se espera esté concluida la construcción del que será conocido como el faro de la música en el sur del mundo. Corbatas de humita, una soprano bailando pascuense, el moño de Flora ovacionado, la nostalgia de Cuba en el baile de la colonia alemana: postales sociales del proyecto que se erige en la ribera del Llanquihue.


La zona suele estar bajo el velo de la lluvia. Ha sucedido así durante esta primavera en la X Región. Las calles de Frutillar a ratos parecen las de pleno julio, solas, con algo de niebla y el aroma de las amasanderías apenas insinuándose. Por eso es que cuando el Teatro del Lago anuncia una fiesta de gala nadie puede sustraerse al influjo; el color y el calor se toman a costa de lo que sea el lugar. Será así cada año.Son 8 mil metros cuadrados de construcción los que aspira a tener este centro educativo y artístico.


Un proyecto que es continuidad de esa gran experiencia musical que se vive en Frutillar desde hace 40 años: sus Semanas Musicales. Ya hay actividades en el Teatro durante todo el año. Uli y Nicola Bader-Schiess son una marca: se han comprometido a fondo con el proyecto y junto a un grupo de colaboradores como María Paz Díaz, de larga experiencia en estas lides como brazo derecho del recordado Fernando Rosas, y Cristián Hurtado, proveniente de la Corporación Cultural de Providencia, lideran una programación variopinta en la que es posible encontrar jazz, música étnica, exposiciones pictóricas y fotográficas, muestras gastronómicas y recitales líricos.


La construcción del Teatro está aún a medio camino. Se espera que en 2010, para el Bicentenario, todo esté terminado. El Teatro del Lago será uno de los emblemas más vistosos y útiles de todos los proyectos preparados para esa celebración. El faro de la música en el sur de Chile.La corbata de UliEl sábado 3 de noviembre el programa asumió una buena parte de lo que se espera sea este espacio.


El café CapPuccini cerró por algunas horas y las tortas de Kuchen Laden quedaron en espera. La pequeña tienda donde todo llama a la música, desde un pesebre a un llavero, sólo sintió el rumor de un aperitivo social tras el recital de la soprano Carolina Ullrich y el pianista Marcelo Amaral (ver recuadro con comentario).


El almuerzo (tres tipos de salmón, suprema de ave, decenas de postres y buenos mostos) terminó con la sorprendente entrada en escena del conjunto pascuense Tautanga, que hizo viajar por las tradiciones de la cultura Rapa Nui, involucrando a medio mundo con la sinuosidad del discurso, su salvaje arremetida y su encanto de producto marketero de exportación. Finalmente, el conjunto Trío Cuba, resabio de aquel legendario grupo del mismo nombre fundado por el maestro Ángel Alday en los años 30, supo transmitir el sentimentalismo y la nostalgia de esa Habana que hoy sólo se vive puertas adentro.


Todo comenzó antes de mediodía; eran las seis y todavía seguía el desfile.El piano brillante sobre el escenario. Tanto como los impecables zapatos de charol del pianista. Flores para la cantante; de pelo largo, partida al medio y vestida en negro y blanco. Look inicios de los 70. Pajaritos casi chocan contra los vidrios de la sala frente al enorme y crispado Llanquihue.


El imperturbable volcán Osorno vigila desde atrás el desarrollo del misterio de la música y el triunfo del proyecto. Uli Bader, con corbata de humita más grande que él, baila con Nicola alguna melodía isleña. Flora Inostroza, incansable gestora de la Semanas Musicales, ovacionada por la concurrencia, con su legendario moño más alto que nunca, mueve las caderas en medio de tres guerreros pascuenses con taparrabos. Se enciende la tarde.


La colonia alemana, dispuesta al baile y al buen humor, aplaude y brinda. Hasta la soprano Ullrich se anima y sale a competir por una estadía en el hotel Hangaroa: gana ex aequo con alguien del público y se va feliz. Como todo el mundo.





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